Estados Unidos declara terrorista a Nicolás Maduro en medio de tensión militar con Venezuela

En un paso sin precedentes, el gobierno de Estados Unidos ha designado al presidente venezolano Nicolás Maduro y a varios altos funcionarios de su administración como integrantes de una organización terrorista extranjera, asociada al llamado “Cártel de los Soles”. Esta medida supone un endurecimiento significativo de la política estadounidense hacia Venezuela y se da en un contexto de fuerte tensión militar en la región.

La decisión de Washington le permite imponer nuevas sanciones económicas y adoptar acciones legales más agresivas contra el régimen de Maduro, que según Estados Unidos está involucrado en actividades ilícitas como el narcotráfico y la corrupción, con vínculos directos al aparato militar y a diferentes instituciones del Estado venezolano.

Esta declaración llega en medio de una operación militar estadounidense de gran escala en el Caribe, denominada “Operación Lanza del Sur”. En esta movilización participa el portaaviones USS Gerald Ford, equipado con aviones de combate F-35, además de un despliegue de aproximadamente 15.000 soldados desplegados en la región, lo que representa una clara señal de advertencia hacia Caracas.

Funcionarios de la administración estadounidense han adelantado que esta operación podría incluir una “segunda fase” con acciones encubiertas o ataques selectivos en territorio venezolano, aunque hasta el momento no se ha confirmado ninguna intervención directa. Sin embargo, la etiqueta de “terrorista” aplicada a Maduro y su círculo cercano abre la puerta legal para acciones militares y de inteligencia más contundentes.

Desde Washington se argumenta que el gobierno venezolano dirige una estructura criminal que se financia principalmente mediante el tráfico de drogas, extendiendo su influencia a sectores clave del Estado, como las fuerzas armadas, la inteligencia y el sistema judicial. Este perfil ha sido utilizado para justificar el endurecimiento de la política estadounidense, que busca aumentar la presión sobre el régimen venezolano.

Por su parte, Estados Unidos ha reiterado que no tiene la intención declarada de invadir Venezuela, pero varios portavoces han señalado que la nueva designación podría implicar ataques dirigidos contra infraestructuras estratégicas del país, con el objetivo de debilitar al gobierno de Maduro y sus redes de apoyo.

Esta escalada ocurre en un momento en el que la situación política y social en Venezuela continúa deteriorándose, con una economía en crisis, migración masiva y constantes denuncias de violaciones a los derechos humanos. La nueva postura de Estados Unidos podría tener un impacto significativo en la dinámica regional, generando incertidumbre sobre la posibilidad de un conflicto abierto o un aumento en la inestabilidad.

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